Por 15 días, Graciela Gorosito, de 68 años, y su marido, Hipólito Alonso, de 79 años, quedaron completamente aislados. La casa en la que viven, en un campo de Bolívar donde trabajan como caseros, quedó rodeada por el agua: los caminos desaparecieron y moverse fue imposible. Cinco lagunas habían nacido de la nada, una detrás de otra, y luego llegaron otras dos, más profundas, imposibles de atravesar. “Teníamos una chata, pero no la podíamos pasar. Es chica, bajita… no daba”, cuenta la mujer.